Ella tiene una risa alborotada
como si con ella reclamara
un poco de atención.
Se supone que con el tiempo
uno madura,
pero ella aún no pide ayuda
y yo la veo cada vez peor.
Ella vive en su mundo volada,
ya no le presta atención a nada,
la realidad la llenó de desesperación.
A veces la encuentro
con la mirada perdida
y una lágrima en su mejilla
que escondió durante todo el día.
Ella era buena como el pan
aunque los años les robaron su moral,
o al menos es lo que intenta aparentar.
Ella me enseñó a confiar en Dios,
más el otro día noté con mucho dolor
que a la tapa de su biblia
un manto de polvo la cubría.
Gini Beutel