sábado, 15 de enero de 2011

La más incómoda

Cuando se dice que la verdad libera y siempre sale a la luz hay una parte que se está omitiendo, que a veces la verdad puede ser dolorosa.
La mentira es como vivir a oscuras por mucho tiempo, también es como clavarse astillas. En ambos casos resulta incómodo revertir la situación porque llega un punto en el que parece ser más factible  mantenerse como uno está, a oscuras y lleno de astillas. La mentira se termina convirtiendo en la mejor amiga, no es concebible un mundo sin ella, y como era de esperar, no hay sentimiento que se le asemeje a ese dolor, cuando somos arrancados de un mejor amigo.
La verdad llega sin invitación, comedida, en el momento que uno menos la espera. Se escabulla como la luz a través de las rendijas desvaneciendo toda oscuridad. Los ojos experimentan un ardor descomunal. Hacía tanto que no veían, hacía tanto que no eran abiertos...
Y la piel, tan habituada a convivir con las astillas, se lastima cuando estas son arrancadas. Ha quedado llena de huequitos rellenos de pus que necesitan sanar.
La cuestión es que la verdad no es lo más agradable porque nos desnuda, nos enfrenta cara a cara con nuestra vulnerabilidad, y es como un espejo de cuerpo entero en el que nos apreciamos tal como estamos: golpeados, lastimados y abatidos.
Lo bueno es que ella nunca se presenta con ánimos de humillarnos ante nuestra condición patética, sino que busca un despertar interno, la sanidad del espíritu.
La verdad nos otorga una nueva oportunidad.

Gini

lunes, 10 de enero de 2011

Paralizante


...Y me tiembla el pulso al futuro dibujar...

A lo único que hay que temerle es al miedo mismo.

Gini Beutel

domingo, 9 de enero de 2011

Si yo fuera psicóloga

- Hola Ele. Vamos a comenzar la sesión. ¿Cómo estás hoy?
- Desde la semana pasada que no avanzo nada. No sabés lo que me cuesta estar bien.
- Sí, lo sé. Hace tres años que hacés terapia conmigo.
- Ey, bueno. ¿Qué te pasa que estás agresiva hoy Gini? ¿Te peleaste con tu marido?
- ¡Ese es el problema Ele!  Que no tengo marido y luego de cinco sesiones al día con personas como vos necesito descargarme con alguien, y cuando llego a casa le hablo a mis escultura, ¿y sabés por qué le hablo a mis esculturas?
- Ehmmm.
- Porque después del rompe bolas del Lobo nunca más me quise comprar un perro para poder salir tranquila de vacaciones.
- O sea que le hablás a tus esculturas porque no tenés un perro y tampoco marido.
- ¿Quién habló de un marido?
- Vos Gini, vos dijiste que no tenés marido.
- Ah, pero porque vos preguntaste, y tampoco viene al caso porque para mí ese no es un problema a diferencia tuya.
- Ehhhh, ¡pará un cacho! ¡Encima que te pago $150 la hora me tratás así! ¡Lo único que tenés que hacer es escucharme!
- ¡Ele mirate! Tus 150 mangos no valen la hora que me hacés perder. Hace tres años que te escucho llorisqueando por estupideces. Guanaca, escuchame. La vida es una sola, no te creas la pavada de la reencarnación. Ahora mismo estás malgastando la energía de tu juventud pensando en lo horrible que te trató tu viejo, tu ex novio, tu ex marido, el perro, el albañil... Sí, es feo, pero la manera en la que viven los otros es algo que vos no podés manejar, lo que sí podés hacer es decidir cómo vas a vivir tu propia vida, y te cuento algo: en los últimos tres años te la pasaste llorando. ¡Ya me hacés deprimir! El problema es que vos no te adueñaste de tus decisiones, le sos infiel a tus sueños y a tus creencias, entonces preferís pensar que sos una víctima de la vida. Así que te lo pido desde el fondo de mi corazón Elena, que si vas a seguir así por favor te tomes el palo. Es más, ya mismo te paso el número de una amiga psicóloga que te va a atender con todo gusto.
- ¡Ginette! ¿Te das cuenta que sos una ladrona? Tres años me escuchaste, sentada ahí en el sillón haciéndote la que hace anotaciones. ¡Sí mujer!, te atrapé más de una vez haciendo dibujitos.
- Ay, pero...
- ¡Silencio que estoy hablando! Decía que estuviste tres años callada como una idiota, gasté como seis lucas al año en terapia, siendo que a todo esto me lo podrías haber dicho desde un principio... Gracias Gini, me abriste la cabeza. De verdad que soy boluda.
- Y sí Elena. Sos medio lela. Imaginate las cosas que podrías haber hecho con toda la plata que te gastaste en terapia.