viernes, 23 de septiembre de 2011

Mirar para afuera.

Lo curioso de esta "impresión de pensamientos" es que casi nunca escribo lo que pienso.
Pero quiero hablar sobre un pensamiento que me acorrala cada dos por tres.

A veces nos pasan cosas que no elegimos vivir. Lo que sí podemos elegir es cómo enfrentar esa realidad, pero,... ¿qué pasa con los que no tienen opción?
No quiero creer que sea el destino de un niño conocer el hambre, y no los juegos. No quiero creer que sea el destino de un niño conocer la calle y no la escuela. Que el futuro de un niño sea arrebatado por un pedófilo, o morir antes de crecer por la desnutrición. Sé que vivimos en un mundo que no tiene piedad, pero no creo que un ser puro nazca solamente para transitar una vida de muerte. Entonces, ¿estamos todos los seres humanos en una condición de igualdad si algunos pueden elegir y otros no?
Al callejón sin salida que termino llegando con tantas preguntas, es que posiblemente sea responsabilidad de los que tenemos opción, darles una alternativa a los que aparentemente no la tienen. El problema es que somos demasiado cómodos como para enfrentar una realidad ajena a la nuestra, sin embargo no vivimos aislados. Nuestra indiferencia puede terminar con la esperanza de otra persona. Mirar para afuera puede engendrar un rayo de luz, puede prendernos la fe.


sábado, 10 de septiembre de 2011

Confesiones Estrafalarias

- Ginita, me voy a dormir. Mañana me tengo que levantar temprano.
- Bueno mami, que duermas bien, te quiero mucho.
- Ah... y te felicito por tus logros.

- ¡Puffff! -ese sonido acompañado de un gesto queriendo desmerecer "mis logros"- Andá, andá.
- Sí, te felicito por terminar el secundario. -Cierra la puerta para irse y vuelve a abrirla, se olvidó de decirme algo.- Sobre todo te felicito por haber aprendido a bañarte sin que yo te obligue.
- Jajaja, ¿y eso hace cuándo fue?
- Cuando tenías 12 años.
- ¡¡¡Ah!!! Ya era una grandota, pero ma, vení a sentarte porque necesito decirte algo.
- Ay.

- No es que yo haya aprendido a bañarme sola a los 12, en realidad vos dejaste de obligarme porque ya te había hartado con ese tema, ¿no es así?
- Sí, es así.
- Bueno... Resulta que después de eso había veces que pasaba hasta cinco días sin bañarme. ¡Estaba chocha!

- Pero después, cuando te sentías incómoda y dabas asco te ibas a bañar,... ya sé. Por lo menos así aprendiste a bañarte todos los días sin que nadie te diga nada. 


Mamá me mostró que me conoce más de lo que yo creía que me conocía, que soy una persona contrera desde que tengo 5 años (siempre fue conflictivo el momento del baño, y todo lo demás que incluya acatar alguna orden), y que aún teniendo que soportar sus propios métodos poco ortodoxos, me ama con olor a chivo, cabeza de pollo y perro mojado.


Gini