sábado, 10 de septiembre de 2011

Confesiones Estrafalarias

- Ginita, me voy a dormir. Mañana me tengo que levantar temprano.
- Bueno mami, que duermas bien, te quiero mucho.
- Ah... y te felicito por tus logros.

- ¡Puffff! -ese sonido acompañado de un gesto queriendo desmerecer "mis logros"- Andá, andá.
- Sí, te felicito por terminar el secundario. -Cierra la puerta para irse y vuelve a abrirla, se olvidó de decirme algo.- Sobre todo te felicito por haber aprendido a bañarte sin que yo te obligue.
- Jajaja, ¿y eso hace cuándo fue?
- Cuando tenías 12 años.
- ¡¡¡Ah!!! Ya era una grandota, pero ma, vení a sentarte porque necesito decirte algo.
- Ay.

- No es que yo haya aprendido a bañarme sola a los 12, en realidad vos dejaste de obligarme porque ya te había hartado con ese tema, ¿no es así?
- Sí, es así.
- Bueno... Resulta que después de eso había veces que pasaba hasta cinco días sin bañarme. ¡Estaba chocha!

- Pero después, cuando te sentías incómoda y dabas asco te ibas a bañar,... ya sé. Por lo menos así aprendiste a bañarte todos los días sin que nadie te diga nada. 


Mamá me mostró que me conoce más de lo que yo creía que me conocía, que soy una persona contrera desde que tengo 5 años (siempre fue conflictivo el momento del baño, y todo lo demás que incluya acatar alguna orden), y que aún teniendo que soportar sus propios métodos poco ortodoxos, me ama con olor a chivo, cabeza de pollo y perro mojado.


Gini

No hay comentarios: