viernes, 23 de septiembre de 2011

Mirar para afuera.

Lo curioso de esta "impresión de pensamientos" es que casi nunca escribo lo que pienso.
Pero quiero hablar sobre un pensamiento que me acorrala cada dos por tres.

A veces nos pasan cosas que no elegimos vivir. Lo que sí podemos elegir es cómo enfrentar esa realidad, pero,... ¿qué pasa con los que no tienen opción?
No quiero creer que sea el destino de un niño conocer el hambre, y no los juegos. No quiero creer que sea el destino de un niño conocer la calle y no la escuela. Que el futuro de un niño sea arrebatado por un pedófilo, o morir antes de crecer por la desnutrición. Sé que vivimos en un mundo que no tiene piedad, pero no creo que un ser puro nazca solamente para transitar una vida de muerte. Entonces, ¿estamos todos los seres humanos en una condición de igualdad si algunos pueden elegir y otros no?
Al callejón sin salida que termino llegando con tantas preguntas, es que posiblemente sea responsabilidad de los que tenemos opción, darles una alternativa a los que aparentemente no la tienen. El problema es que somos demasiado cómodos como para enfrentar una realidad ajena a la nuestra, sin embargo no vivimos aislados. Nuestra indiferencia puede terminar con la esperanza de otra persona. Mirar para afuera puede engendrar un rayo de luz, puede prendernos la fe.


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