Bendita la hora en la que acaba el día.
Es como un viento llevándose mis miedos.
Estos se disipan cuando entiendo,
entra la danza de los grillos y el silencio,
que no necesito pilares para confiar,
y que no siempre es sano desconfiar,
que no necesito con urgencia amar,
pero sí estar en paz,
y para mí no hay nada más apacible que esperar.
Por eso no me voy a ningún lado hoy,
mas esta noche se irá un temor
y cuando amanezca tendré una nueva convicción.
Así que, corazón, deja de lado tus ansias por favor.
Disfruta que el tiempo nos pase lento
y que esa brisa que se lleva mis miedos
nos traiga una dicha que se afirme
y permanezca con nosotros a través del tiempo.
Gini
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