sábado, 7 de julio de 2012

Fiel

La tristeza, la angustia, la melancolía. Ese dolor en el pecho que con el tiempo se hizo tan cotidiano. Los rencores, la ira, las desilusiones. El enojo conmigo misma. Confusión, desconcierto. Dejé de ser independiente, y ahora que necesito mi mapa no lo encuentro.
No puedo respirar, y el pecho que me golpea de nuevo. Me duelen los ojos, y a los pentagramas les brotaron colmillos.

"No podés seguir así, mirame."

Y sos tan hermoso. ¿Cómo puede ser que no me dé cuenta que estás conmigo todas las mañanas?
Tu abrazo infinito, y esa caricia en mi pecho llenándolo de paz.
Quiero reconciliarme con los que están lejos y con los que extraño, pero ellos no saben cómo quitar el dolor de las garras sobre mí, vos sí. Vos conocés cuál es la sonrisa que oculta mi dolor. Vos sabés que amo que me abraces como a una niña, y a vos te encanta protegerme. En tus manos está el secreto para hacerme respirar, y hasta entendés qué hacer con el desconcierto que ni siquiera yo entiendo. Tenés tus métodos poco ortodoxos y tan efectivos para enseñarme, y además paciencia. Y tu mirada tan tierna que me asegura que me ama, incluso cuando te culpo de estar escondido cuando soy yo la que no te mira.
En realidad te extraño a vos. Te necesito a vos. Te amo a vos. 

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