jueves, 30 de septiembre de 2010

La Sonrisa de Los Especiales

Teníamos un concierto en una escuela primaria. Me presenté con una actitud indiferente en el lugar acordado para tomarnos el colectivo desde ahí. Estaba impaciente, quería irme, si lograba apurarme asistiría a mi primer clase de teatro.

"Voy a esperar 15 minutos más. Si el colectivo no viene me tomo el palo. Con tal es una escuelita más..."

A los cinco minutos llegó. Me sentí decepcionada.
Fui todo el camino sentada en el último asiento mirando a través de la ventanilla. El cielo estaba alegre, combinaba con las risas de mis compañeras. Yo sólo pensaba en la clase que me perdía. ¡Dos meses había esperado para asistir a teatro, a la flauta la toco todos los días!

Al entrar atravesábamos los pasillos siguiendo a una profesora. Las demás nos miraban con mucho entusiasmo y nos saludaban como si fuéramos la novedad del año. No entendía por qué, si fuéramos buenos no tocaríamos en escuelitas primarias, pensaba con mucho cinismo ignorando la importanciade lo que estábamos haciendo.

Y los ví pasar: los niños salían de todas partes con una gran sonrisa manejando con mucha facilidad sus sillas de rueda, otros corrían, tropezándose con sus andadores.

Eran pocos, conté 20 nenes más o menos, y fue el concierto más ruidoso de todos.

Se sentaron ansiosos y antes de empezar a tocar ya aplaudían, danzaban siguiendo el ritmo de cada parte alegre, y al finalizar cada obra reían, aplaudían y gritaban como si fuera la última vez que fueran a escuchar música.

Al terminar el concierto una de las niñas se levantó de su asiento y nos dio un gran abrazo a la mayoría de los músicos de la primera fila. Nunca había sentido tanta ternura, no la quería soltar más.

Era una escuela para niños con capacidades diferentes. Entonces entendí porqué no tenían una discapacidad, sino una capacidad diferente. Ellos ríen y aman de la forma más pura y descomunal, como niños eternos, y ahí radica su diferencia. Discapacidad es no poder amar.

2 comentarios:

Lucía dijo...

No tenias que hacer teatro ese día, tenías que ver el amor profundo de esos niños .

Te quiero, Gini.

Gini dijo...

Sí, lú, es verdad. Esa es la moraleja.