Abril del 1998. Los gritos y los golpes de puertas desgarrasgaban sin cuidado la fina piel de mi alma. El reloj marcaba lento mis segundos... el tiempo no se iba jamás.
- ¿Podés escucharme? ¡Estoy acá abajo! Sacame que no puedo respirar.
- Te escucho. Respirá y tranquilizate que estoy llegando.
...
- ¿Cuántos segundos decís que pasaron ya? Siento que fueron 12 años. ¿Me vas a sacar de esta fosa? Tengo hambre, sed y sueño. Me siento sola acá abajo. Los insectos muerden mis pies.
- Te escucho. Respirá y tranquilizate que estoy llegando.
- Estás más cerca, puedo sentirlo.Confio en vos, sólo quiero que te apures.
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