sábado, 4 de febrero de 2012

Dos de Febrero

El delirio comenzó a tomar forma en la sobre mesa.
Papá se llevó a los chicos y yo me quedé sola con mi mamá haciendo fiaca hasta que tuviera ganas de lavar los platos.
En un momento los ojos de ella se pusieron nostálgicos, como si mirara algún horizonte, recordándome la mirada de las aves enjauladas. Entonces me dijo: "Ya no soporto más las ganas de pintar. Realmente lo necesito."
Y de repente hizo esa expresión de cuando se le prende la lamparita. Pensó en hacer pintura con los tonalizadores que venden en las ferreterías.
Así que trajo un pedazo de mármol en el que empezó a hacer sus experimentos y me vi atraída por su locura.
Le alcancé un solvente para la pintura, después un diluyente de limpieza y sin darme cuenta estaba transladando mi taller a la cocina. Los tarros de pintura, la estopa, la pistola de calor...
El pedazo de mármol que inicialmente era blanco ahora estaba multicolor, y nosotras que estábamos recién bañadas ya teníamos manchas de pintura por todos lados.

"¡Qué hermoso quedó! ¡Lo hagamos en una hoja!"

Su rostro entero era una sonrisa y al terminar la noche su mirada era como la de un ave que va volando enamorada del cielo.

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