Imagino tu expresión del otro lado, seguro te estás agarrando la cabeza con la mirada cómplice. Puedo oír tu característica carcajada grave.
- Estás loca.
- No, todo esto es culpa tuya. Vos sos el que está loco.
- ¿Y no era ésto lo que me pediste?
- Sí, pero no pensé que iba a ser tan radical.
- ¿Te echás atrás ahora?
- No. Rendirme jamás.
- ¿Qué vas a hacer entonces?
- Si para conocerte tengo que estar loca, quiero que me desquicies de una vez.
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